Barrio de viviendas

Barrio de viviendas

[1] Entre los elementos más excepcionales con los que cuenta la Alcazaba, uno de ellos es el Barrio de Viviendas, actualmente no visitable debido a la fragilidad de los restos y la estrechez del propio espacio. Se trata de un vestigio muy homogéneo y sin construcciones superpuestas que datan del siglo XI. Son un ejemplo perfecto del avanzado grado de civilización que logró el urbanismo islámico en aquellos momentos, con calles de trazado recto, entradas en recodo, casas articuladas en torno a un patio central llenas de intimidad, con saneamiento independiente y muy bien organizado, con recogida de aguas pluviales que desaguan en las atarjeas que también recogen los detritos de los retretes y evacúan todo fuera del recinto.

También se le conoce al Barrio de Viviendas con el nombre de Barrio Castrense por su similitud con el que existe en el interior de la Alcazaba de la Alhambra, que es mucho más pobre en cuanto a lo conservado, y posterior en fecha al de la Alcazaba malagueña, ya que se fecha en el siglo XIII. Es muy pequeño, está dividido en cinco pequeñas manzanas con dos angostas calles rectas y a escuadra, en forma de “T” y de “L” esto es especial en el urbanismo musulmán. Está bordeado por dos angostas calles que lo separan de las murallas a modo de camino de ronda y el acceso a éstas estaba cerrado por puertas muy estrechas, de solo un metro, de doble hoja, que una vez abiertas quedaban encajadas en un hueco del muro para quedar enrasadas y dejar mayor espacio de paso. Las casas casi no tienen cimentación, sino que se asientan sobre la roca que en algunos casos es rozada para construir las viviendas. Tanto las calles interiores como las del camino de ronda están pavimentadas con grandes losas, de piedra fosilífera.

Las viviendas son nueve en total, una que no sabemos si pertenecía exclusivamente al barrio o formaba parte del Palacio, actualmente ocupada por el Taller de Restauración de la Alcazaba, está construida rodeando un patio cuadrado que tiene debajo un bellísimo aljibe, de casi 25 m², construido con bóvedas de cañón sobre dos arcos fajones, que ocupa más de la mitad del patio. En la reconstrucción para darle un uso a esta vivienda se optó por una edificación de una sola planta en forma de “U”, ya que los restos originales no permitían en esta zona, la contigua al palacio, que como ya hemos visto también apareció muy “barrido”, una mayor reconstrucción en altura.

Dada la poca potencia de los restos aparecidos en la mayor parte del Palacio Nazarí fue una sorpresa muy agradable el encontrar el barrio intacto y con tantos restos originales, en una zona en la que en los planos antiguos figuraba como de huertas y que sin duda dejó de habitarse por lo complicado de su acceso, en el extremo más elevado de la fortaleza y totalmente rodeado de murallas.

Otras dos viviendas, grandes, de más de 180 m² en planta cada una, que no fueron reconstruidas en la intervención realizada en 1970, presentan la misma distribución que las restantes casas del conjunto: entrada en recodo para preservar la intimidad, patio central, con atarjea de recogida de aguas pluviales, habitaciones que dan al patio, con pavimentos y zócalos enlucidos y pintados con almagra y una letrina en una zona esquinada, con su atarjea de desagüe, que se lleva los restos fuera del recinto. Esto es importante, ya que el barrio, como todo el resto de la fortaleza se asienta sobre la roca, lo que habría hecho muy difícil excavar pozos ciegos, muy comunes en las viviendas de la ciudad. Esto aporta calidad de vida a los habitantes. Todas las casas cuentan con su letrina independiente, en varias de ellas la potencia de los restos originales ha permitido comprobar que poseían una ventana que les daba luz y ventilación.

De las otras seis casas, cuyos tamaños en planta son de 85, 82, 80, 52, 52 y 37 m², aparecieron abundantes restos, lo que motivó que con la intención de preservarlos, sobre todo los zócalos, se cubrieran en una intervención realizada por el arquitecto Rafael Manzano Martos en 1970, dotándolas de un segundo piso ya que en varias de ellas habían aparecido los restos de una escalera muy estrecha y empinada para subir a un posible piso superior o azotea, e incluso restos de alacenas y otros huecos, ya que en esta zona los restos originales, que nunca tuvieron otra edificación sobre ellos, llegan a tener entre 0,50 y 1,50 metros de altura. De esta intervención se ha discutido frecuentemente sobre si era adecuado haber cubierto las viviendas con tejados a doble vertiente, como se hizo o si hubiera sido más conveniente y acertado el dotarlas de azoteas. Actualmente se está interviniendo para proteger, sin reedificar, las viviendas mayores.

Los patios de las casas están solados en algunos casos con mármoles reaprovechados y usado como pavimento, puesto del revés. En la zona del baño apareció un gran fragmento de losa de mármol labrada con decoración califal de ataurique del siglo X. El suelo de las habitaciones estaba cubierto por una capa de mortero de cal teñido de almagra y se conservan zócalos en las habitaciones y en las calles también pintados de almagra. El Barrio se data en el siglo XI y los zócalos, por los textos que se conservaron algunos años y las decoraciones, han sido datados en el siglo XII, en época almohade, ya que sin duda pudieron ser renovados.

La última de las casas se vio afectada por una remodelación o reforzamiento de la Torre del Homenaje en el siglo XIV o XV, que interceptó el camino de ronda y ocupó una de las habitaciones.

Completando el barrio existe también un pequeño baño, junto a las casas más grandes, con todos sus servicios, leñera, caldera, retrete y la sala, que debió de surtirse del agua del aljibe que se encuentra junto a él.

El Doctor Rafael Puertas Tricas calcula que pudieron vivir en él unas 50 personas, evidentemente ligadas de alguna manera al servicio del poder, en unos casos puede que meros servidores y en las viviendas mayores familiares o cargos relacionados con el gobernante de la fortaleza.

 

[1] La información reflejada en estos textos ha sido extraída del libro de Fanny de CARRANZA SELL, Alcazaba de Málaga, Colección Domus Aurea, Ediciones Esirtu, Málaga, 2010.