Se trata de una torre del siglo XI con una puerta en recodo, llamada de la Bóveda Vaída, por la bella bóveda de ladrillo que la forma. Este sistema defensivo es de los más interesantes de la fortificación, considerado por el arquitecto y gran especialista Leopoldo Torres Balbás que este sistema defensivo aparece ya descrito en los tratadistas helenísticos y pudo ser importado por los bizantinos. La configuración del paso obliga a hacer un quiebro con lo que al entrar no se puede ver la salida.
El paso de la puerta se realiza a través de una sucesión de arcos, el primero renovado en el siglo XVI de ladrillo y de medio punto, el siguiente, que es estructural para configurar el espacio de la bóveda es de herradura del siglo XI como el del otro extremo del cuadrado, que se apoya sobre fustes de piedra reaprovechados. A continuación, nos encontramos otro arco de herradura con dovelas de piedra y ladrillo enjarjado y del siglo XI que abre un espacio abovedado a la salida de la torre, y cuyo extremo se apoya en grandes fustes de columnas romanas reaprovechadas. Es interesante observar esta sucesión de cubiertas.
Toda la parte baja de la torre es maciza, siendo original el acceso por la puertecita desde el adarve hacia el interior de la torre. En el paso en recodo se puede apreciar como en algunos casos se rebaja la roca y en otros se rellenan los huecos que esta tiene de tapial o de mampostería para regularizar su interior. Presenta fustes de columnas reaprovechados de edificios romanos, como material de construcción. La parte superior de la torre, con su habitación, es obra de la restauración de los años 40.