El enclave. Alcazaba y Castillo de Gibralfaro
La Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro, forman parte de un enclave estratégico que revela su importancia en el dominio sobre la ciudad de Málaga durante el asentamiento islámico.
Málaga responde a un modelo histórico de ciudad abierta a una bahía rodeada por las estribaciones meridionales de los Montes de Málaga, y atravesada en su centro histórico por el río Guadalmedina. El monte de Gibralfaro nombre que proviene del árabe gibal al-faruh –(giblafaruh- monte del faro), tiene 130 metros de altitud. Inicialmente se le ha considerado de origen fenicio cuyo asentamiento se extendía desde la ladera de Gibralfaro hasta la calle Císter y los Jardines de Ibn Gabirol y por el sur hasta el mar. Confirmándose a través de los restos encontrados, la existencia de una ciudad plenamente consolidada y amurallada datada en el siglo VIII a.C., contemporánea al importante enclave comercial del Cerro del Villar situado en la desembocadura del río Gualdalhorce.
Posteriormente las fuentes clásicas, mayoritariamente descripciones de viajes de época griega y romana, cuando describen el emplazamiento de Malaka, Mainake y Malaca -púnica, griega y romana-, siempre mencionan un promontorio que domina la ciudad y que sirvió de punto de referencia para la navegación. No fue hasta el asentamiento islámico que la estructura urbana de la ciudad se configura en torno al monte tal y como lo conocemos actualmente con el Castillo de Gibralfaro en su cima, en su falda la Alcazaba, la Coracha y los Jardines de Puerta Oscura.
En conclusión, estamos ante un monte que se erige en el centro de la vida y de la configuración de la morfología urbana de la ciudad islámica, constituido por la medina, la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro y los arrabales.