En el verano de 1487, el Castillo de Gibralfaro sufrió el asedio de los Reyes Católicos. Tras la victoria de estos, el rey Fernando convirtió al Castillo en su residencia, optando la reina Isabel a permanecer en la ciudad. El conjunto monumental después de la conquista por los Reyes Católicos se convierte en símbolo de la ciudad, ya que el 30 de agosto de 1494, conceden su Escudo de Armas y en él figuran la Alcazaba con el Corral de los Cautivos, la Coracha y el Castillo de Gibralfaro y sobre sus torres las imágenes de los Santos Patronos San Ciriaco y Santa Paula.
Se trata del camino protegido que comunicaba, por un único acceso, el Palacio Fortaleza de la Alcazaba con el Castillo cuya única puerta, de carácter monumental, era la abierta a esta Coracha que al llegar al Castillo se abría para rodearlo por una barbacana. Se trata de un tipo de construcción en zig-zag que evita que se tengan que construir Torres Albarranas, compuesta por dos muros paralelos coronados por un adarve que ascendía por el monte.
El Castillo contenía el acuartelamiento de tropa y era el último reducto defensivo de la ciudad. Fue construida en tiempos de Yusuf I, en el 1340, y por su imponente imagen fue muy destacada por todos los viajeros y las Crónicas de la Conquista. Tan sólo se conserva en España otra Coracha en Badajoz. En el siglo XIX se conoció como Barrio de la Coracha a las viviendas populares que fueron ocupando la parte baja del monte, hoy día desaparecidas.
En 1938 el Ingeniero Jefe de Vías y Obras del Ayuntamiento, Wilfredo Delclos Ladrón redactó y ejecutó el “Proyecto del Túnel de Mundo Nuevo” que comunicaba las calles de Mundo Nuevo con la de Haza de la Alcazaba, facilitando la vigilancia y el acceso, al abrir al tráfico rodado esa zona y su comunicación con el barrio alto de la Coracha, hoy día inexistente. Se veía cumplido así el sueño de enlazar la zona de la Plaza de la Merced con la ladera sur de la Alcazaba sobre el Parque, salvando el viejo escollo que suponía la presencia de la fortaleza. Dicho problema se vio definitivamente resuelto con la construcción del moderno túnel de la Alcazaba, que comunica directamente el Parque con la Plaza de la Merced, discurriendo bajo la colina.
En 1939 se acometió la repoblación forestal del Monte de Gibralfaro que cambió para siempre la percepción del conjunto monumental, embelleciendo sin duda el entorno y dotando a la ciudad de un pulmón verde, pero haciéndole perder su imagen de espacio inexpugnable, ya que hasta esa fecha el monte había sido un espacio yermo para facilitar la defensa, evitando incendios y emboscadas y permitiendo la visión del majestuoso conjunto de la fortificación desde todos los puntos de vista de la ciudad y desde el mar.
En la construcción de la Alcazaba, se aprovecharon elementos de otras civilizaciones como fustes, mármoles o capiteles romanos. Uno de los ejemplos más elocuentes es la reutilización de los fustes de mármol blancos romanos y de capiteles corintios reaprovechados de época romana en la Puerta de las Columnas y Puerta de la Bóveda Vaída.
El Tapial es un sistema constructivo parecido al hormigón moderno, sobre una cimentación o un zócalo que puede ser de piedra o de ladrillo, que aísle de la humedad, se levanta una especie de caja formada por tablones de madera que se sujetan en unas vigas colocadas transversalmente y que se rellenan con una mezcla de mortero de cal, arena y fragmentos cerámicos que es apisonado. Una vez fraguada esta mezcla se retiran los tablones, que pueden volver a ser reutilizados y se cortan las cabezas de las vigas que sobresalen para iniciar una nueva hilada. Tras varias hiladas tenemos una obra de carácter monolítico que se regulariza en su imagen exterior con un enlucido, que a veces se pintaba para imitar sillares. Es un sistema de construcción muy duradero, resistente y económico. Con este sistema está construido en su mayor parte el Castillo de Gibralfaro y se aprecia en algunas zonas de la Alcazaba, como en la Torre del Homenaje. En otras ocasiones, el tapial es revestido por un enchapado de mampostería, quedando su uso restringido al interior de los paramentos. En la cara sur de la Torre del Homenaje se aprecia muy bien el tapial y los huecos dejados por las vigas una vez que estas se han podrido. Algunos lienzos conservados de la Muralla islámica de la ciudad son también de tapial.
Las dos bocas de las mazmorras se encuentran en la cara norte del recinto inferior. Están construidas con el mismo sistema de los silos, es decir son como un gran embudo invertido, lo que hace imposible que puedan ser escaladas y ambas bocas son bastante estrechas. En esta zona del cerro son huecos muy húmedos, por lo que la permanencia en ellas debió ser bastante dura. En principio, los cautivos no estaban destinados a permanecer en las mazmorras largo tiempo. Los cautivos eran un bien, se les hacía trabajar, se permutaban por cautivos del otro bando, y podían ser redimidos mediante el pago de un rescate, cosa que podía hacer la familia, allegados, comunidades y órdenes religiosas creadas para este fin, como los Mercedarios, orden fundada en 1218 para la redención de los cristianos cautivos en los territorios musulmanes. Por supuesto que en determinados períodos de inestabilidad podían estar confinados en las mazmorras y también cuando se trataba de contrincantes políticos a los que no se atrevían a eliminar directamente y eran confinados en lo que los franceses llamaban “oubliettes”, mazmorras subterráneas, lugares para el olvido. Las mazmorras de la Alcazaba son idénticas a las que existen en la Alcazaba de la Alhambra de Granada, aunque un poco más pequeñas.
Existen en la Alcazaba tres silos de estructura similar a las mazmorras, pero más pequeños y en zonas donde no existe humedad, que en muchas ocasiones han sido confundidos con mazmorras o que pudieron utilizarse con ese fin en algún momento puntual.
El primero lo encontramos a la salida de la Puerta del Cristo: de frente nos encontramos con un espacio excavado, en la actualidad roto y que anteriormente albergaba la imagen de la Virgen de Atocha, una figura de mármol blanco, que procedía de las obras de arte recogidas tras la Guerra Civil, actualmente se encuentra en los depósitos del Museo de Málaga.
A continuación de este espacio, protegido por una pequeña barandilla se aprecia un silo o almacén de grano, cuya boca se abre en el suelo de una pileta de garum romana construida y revestida de “opus signinum”, una especie de hormigón con muchos fragmentos cerámicos, muy resistente, perfectamente apreciable.
El silo está construido en este emplazamiento, como el otro que nos encontramos en el Recinto Superior porque es una zona de roca viva, sin fisuras, lo que evita que se filtre la humedad, por ello la ladera sur estuvo en época de los romanos llena de piletas de garum o de salazón de pescado. También es más que probable que también fuera un espacio utilizado con igual fin cuando Malaka era factoría fenicia, dadas las características morfológicas del cerro, así como el nivel de insolación de la zona, totalmente orientada hacia el sur.
Es muy interesante apreciar, desde la Plaza de Armas, como toda la Alcazaba se puede recorrer por el adarve de modo ininterrumpido. Éste discurre por encima de los lienzos de muralla entrando y saliendo de las distintas torres, subiendo y bajando, lo que permite controlar todo desde las zonas más altas. En el caso de la Torre del Cristo el adarve la atraviesa, quedando la estancia a la derecha. El adarve, también llamado camino de ronda, se estrecha aún más en el único punto en el que conecta con el Recinto Superior, sobre el arco que cubre la cancela moderna que da paso a la zona norte del Recinto Inferior. Desde el adarve se accede a un pequeño paso en el interior del extremo de la única Torre por la que se entra en el Recinto Superior.
En los estudios realizados por el Dr. Rafael Puertas Tricas, director del Museo de Málaga, queda patente en las mediciones del espacio que éste presenta, la doble función del recinto como palacio-fortaleza.
El total del recinto de la Alcazaba tiene una superficie de 14.208 m², de ellos están edificados 6.994 m² y es espacio actualmente sin edificar 7.214 m².
De la superficie edificada 3.478 m² están ocupados por edificaciones civiles y 3.516 m² corresponde a las puramente militares.
Incluida dentro del Palacio Taifa esta armadura mudéjar se mantiene en su sitio de origen. En esta sala se alojó el monarca Felipe IV cuando visitó la ciudad en 1625, formó parte de lo que en época cristiana fue la residencia del Alcaide, hasta que éste abandona la zona alta y pasa a quedar integrada en las viviendas populares que invaden el espacio.
La armadura que cubre esta sala es de sección trapezoidal, con cuatro faldones rematados en su centro por el “almizate”, pieza central octogonal decorada con una piña de mocárabes, franqueada de otras cuatro menores, rodeado todo ello de ocho estrellas de ocho puntas. Para ensamblar los cuatro faldones se utilizan unas piezas llamadas “limas” y que en este caso están formadas por dos vigas paralelas que forman espiga.
Así, por su estructura es una armadura de limas y por su decoración es de “lazo apeinazado” ya que la labor de lazo de ocho se realiza a base de cinta o peinazo que va ensamblado y no clavado.
Por la zona inferior de esta típica techumbre musulmana, se sitúan dos bandas decorativas, la superior con triglifos y la inferior con formas vegetales abstractas, gotas y medios círculos, rematándose las esquinas en ménsulas molduradas con tirantes en los ángulos.